Fue a Dallas
“Offense sells tickets, defense wins championships”, afirmaba Paul Bear Bryant, entrenador de fútbol universitario que llevó a la gloria a los Bulldogs de Alabama con seis campeonatos nacionales entre 1961 y 1979. Parece que ese es el reclamo y la piedra angular sobre los que está cimentando su futuro más inmediato la franquicia de Mark Cuban, los Dallas Mavericks. Suma seis victorias en sus últimos siete partidos, lo que supone la segunda ocasión en lo que va de temporada en la que el equipo se sitúa con un balance positivo -no lo lograba desde el pasado 14 de enero, cuando cuatro victorias consecutivas le permitieron rellenar su casillero con un 6–4 favorable. Después, la debacle: dos escasos marcadores favorables en los siguientes once encuentros que supusieron las dudas y, sobre todo, las cotas más bajas del salvaje oeste.
Un salvaje oeste al que febrero ha traído consigo un temporal que, en zonas metropolitanas como la propia Dallas, ha desplomado los mercurios hasta los quince grados bajo cero, con las consecuentes roturas en cañerías y cortes en el suministro eléctrico de una de las mayores potencias en estas lides. Un tiempo más propio de zonas más rudas del mapa yankee como de la ciudad del acero, Pittsburgh, ha traído consigo la dureza del norte. Una dureza que se traduce en la tercera defensa que menos puntos concede al contraataque a sus rivales.
En el otro lado de la moneda se hallan datos dolorosos como, por ejemplo, que se trata de la novena plantilla que más triples intenta por partido, con 37,2, mientras hay que descender a la vigésimo cuarta fila en la tabla de la liga para encontrar al caballo blanco en el porcentaje de aciertos, con un ínfimo 35%.
Un paradigma de la renovada versión de los de Rick Carlisle fue el partido de hace dos noches frente a Memphis Grizzlies, en el que dejaron a los de Ja Morant en 13 puntos anotados a la conclusión del primer cuarto, con un parcial inicial, en su vuelta a las canchas tras ocho días de parón, en el que apabullaron al rival con un margen de +15 en los primeros minutos.
Entre los rumores, ya desmentidos por la organización, de un posible trade de Kristaps Porzingis, el encargado de aportar el nuevo aire está siendo ese que aún tiene un contrato de ocho millones, Luka Doncic. El esloveno, malacostumbra a su recua de seguidores con actuaciones que, si bien se ven favorecidas por el alto ritmo de anotación que sigue la liga, son dignas de lo que se vislumbra tras ese aspecto de quien se alimenta en condiciones, talento a raudales que nada sorprende, puesto que lleva paseándolo por Europa y por su nueva casa desde hace ya muchos años. En la racha de seis victorias en los siete últimos encuentros, el joven balcánico ha aportado 34 puntos por partido, 8,1 rebotes, 8,6 asistencias con unos porcentajes de acierto que disipan toda duda sobre su estado de forma: 51,9% en tiros de campo y 48,3% desde más allá del 7,25.
El delirio triplista del rubio prometido alcanzó su cenit la pasada madrugada ante la segunda franquicia más laureada de la liga, Boston Celtics. Con el partido en los dos últimos minutos y su equipo sin anotar, los fantasmas de las rachas pasadas aparecieron merced a los doce puntos sin respuesta que los verdes -anoche, de blanco- sumaron a su casillero. Hasta que Luka dijo basta con sendos triples precedidos del mareo a Theis, Nesmith y Kemba Walker para llevar el delirio a la, todavía, poco, poblada grada del American Airlines Center.
A nadie cabal se le ocurriría tildar a esta franquicia de contender a día de hoy. No obstante se aprecian luces como la actuación ante Memphis de hombres que nadaban en las sombras del pantano, como los 29 puntos, desde el banco, de Tim Hardaway Jr., con 7–11 en triples, en apenas 28 minutos sobre el parqué para suplir la baja del unicornio. 15–15 campea en su récord cuando la pausa del polémico All-Star se acerca, ¿volverá a tener razón Bear Bryant?
Nota: todos los datos estadísticos de este artículo se han obtenido de Fox Sports y Basketball Reference.
